lunes, 22 de febrero de 2010

Acoso laboral


Por: Edmundo Olivares Alcalá

Uno de cada 10 empleados es víctima de acoso laboral; de 100 casos que se presentan, 75 corresponden a mujeres y esta modalidad de asedio se da cuando un trabajador busca nulificar, maltratar, opacar, lastimar moral o físicamente a un subordinado o compañero. Se trata de un conjunto de acciones dirigidas a causar un profundo malestar psicológico y personal al degradar las condiciones laborales, humillar o relegar a la víctima con el objetivo de dificultar el desempeño de sus tareas.
La fracción parlamentaria del PT en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), prepara una iniciativa de Ley para Prevenir, Corregir y Sancionar el Acoso Laboral en la ciudad de México.
La gravedad es tal que, en el menor de los males, el afectado se ve en la necesidad de abandonar el empleo; en otras ocasiones, el daño y afectación derivan en padecimientos psicológicos que conducen al suicidio.
La diputada Ana Estela Aguirre y Juárez, dijo que lo anterior implica violación a derechos como no ser discriminado y la oportunidad de desarrollar de manera efectiva el trabajo para el que se es contratado.
“Como grupo parlamentario, consideramos nuestra obligación velar por la dignidad de las personas en todos los ámbitos, especialmente en el campo laboral”,
Explicó que muchos trabajadores padecen acoso laboral y no lo saben porque es un fenómeno poco difundido en México, aunque ya existan leyes para sancionarlo desde hace varios años en países de Latinoamérica, como Colombia.
“En época de crisis económica, se agudiza el maltrato o acoso laboral con la intención de obligar la renuncia del trabajador debido a la presión y así, el patrón se beneficia al no quedar obligado a pagar la liquidación correspondiente”, añadió Aguirre y Juárez.
Es importante resaltar que la salud mental, física y emocional de cientos de trabajadores corre peligro, pues la falta de atención a estas manifestaciones laborales genera aislamiento, discriminación, ocultamiento de información, amenazas, sobrecarga de trabajo y sabotaje. “Se trata de conductas que fluctúan entre la perversión y el poder”, estableció.

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